Israel - la nación entera – es la vasija que se echó a perder en las manos del alfarero. Jeremías profetiza al pueblo lo que Dios está diciendo sobre las condiciones que vive la nación a causa de la desobediencia; el pecado, la adoración a los baales y deidades que Él mando no adorar. Las consecuencias para el pueblo se encuentran en la destrucción y cautividad que fue objeto por su enemigo Babilonia, (Jeremías 29:1).
En el plan original de Dios está en hacer de Israel una nación grande y poderosa, sin embargo, el pueblo se había olvidado de los planes y se perdió mientras el alfarero trabaja con sus manos el barro, «Y dijeron: Es en vano: porque en pos de nuestros ídolos iremos, y haremos cada uno el pensamiento de nuestro malvado corazón, Jeremías 18:12».
De la misma manera el plan original de Dios (el alfarero) para el cristiano (barro) es transformar su vida en bendición para los demás; quitando la cautividad y trabajando el barro para hacerlo una vasija nueva, según le parece mejor hacerla, «Mas ahora, oh Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros el barro, y tú nuestro alfarero; obra de tus manos somos todos nosotros, Isaías 64:8».
Pero el trabajo del alfarero es una labor artesana muy creativa y delicada. Para hacer del barro una vasija útil se requiere un trabajo lento, doloroso y delicado. Se compone de tres procesos que harán del barro perdido, sin forma, e inútil, en otra vasija nueva y hermosa:
En el primer proceso el alfarero trabaja el barro con sus manos (v.3). El alfarero es todo un maestro en trabajar el barro. Conoce sus componentes y sabe cómo moldearlo para darle forma de acuerdo con sus planes y propósitos. Pero en el proceso, el barro cae de las manos del alfarero y se echa a perder. Todo el trabajo que había realizado se arruina, pero el maestro busca hacer del barro perdido una nueva vasija.
La persona que escucha la palabra de Dios por primera vez, es como el barro que el Señor empieza a trabajar. Por lo cual, Él anhela que la persona aunque estuviera totalmente extraviada, reconozca sus errores y se arrepienta. Dios es el alfarero, es decir: el Creador, el Hacedor de todo. Y la persona, un elemento imperfecto en sus manos, una objeto sin valor, que solamente mediante el trabajo y la dedicación puede transformarse en un ser de belleza y alto precio.
En el segundo proceso el alfarero transforma el barro en una vasija nueva (v.4). Seguramente el alfarero se dolió por haber caído de sus manos el barro mientras lo trabajaba. Pero la labor del alfarero es hacer del barro perdido vasijas nuevas, es por eso que sin importar el dolor que siente por perder su trabajo original, busca convertir de nuevo el barro en otra vasija, según le parece mejor hacerla.
El alfarero tiene los utensilios para hacer de nosotros arcilla valiosa, esos utensilios es su Palabra que nos confronta con su Santidad, Amor y Misericordia, y muestra el camino de la transformación. Aunque no puedes cambiarte a ti mismo, Él pone los lineamientos a seguir para que tu vida sea cambiada en un barro valioso.
En el plan original de Dios está en hacer de Israel una nación grande y poderosa, sin embargo, el pueblo se había olvidado de los planes y se perdió mientras el alfarero trabaja con sus manos el barro, «Y dijeron: Es en vano: porque en pos de nuestros ídolos iremos, y haremos cada uno el pensamiento de nuestro malvado corazón, Jeremías 18:12».
De la misma manera el plan original de Dios (el alfarero) para el cristiano (barro) es transformar su vida en bendición para los demás; quitando la cautividad y trabajando el barro para hacerlo una vasija nueva, según le parece mejor hacerla, «Mas ahora, oh Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros el barro, y tú nuestro alfarero; obra de tus manos somos todos nosotros, Isaías 64:8».
Pero el trabajo del alfarero es una labor artesana muy creativa y delicada. Para hacer del barro una vasija útil se requiere un trabajo lento, doloroso y delicado. Se compone de tres procesos que harán del barro perdido, sin forma, e inútil, en otra vasija nueva y hermosa:
En el primer proceso el alfarero trabaja el barro con sus manos (v.3). El alfarero es todo un maestro en trabajar el barro. Conoce sus componentes y sabe cómo moldearlo para darle forma de acuerdo con sus planes y propósitos. Pero en el proceso, el barro cae de las manos del alfarero y se echa a perder. Todo el trabajo que había realizado se arruina, pero el maestro busca hacer del barro perdido una nueva vasija.
La persona que escucha la palabra de Dios por primera vez, es como el barro que el Señor empieza a trabajar. Por lo cual, Él anhela que la persona aunque estuviera totalmente extraviada, reconozca sus errores y se arrepienta. Dios es el alfarero, es decir: el Creador, el Hacedor de todo. Y la persona, un elemento imperfecto en sus manos, una objeto sin valor, que solamente mediante el trabajo y la dedicación puede transformarse en un ser de belleza y alto precio.
En el segundo proceso el alfarero transforma el barro en una vasija nueva (v.4). Seguramente el alfarero se dolió por haber caído de sus manos el barro mientras lo trabajaba. Pero la labor del alfarero es hacer del barro perdido vasijas nuevas, es por eso que sin importar el dolor que siente por perder su trabajo original, busca convertir de nuevo el barro en otra vasija, según le parece mejor hacerla.
El alfarero tiene los utensilios para hacer de nosotros arcilla valiosa, esos utensilios es su Palabra que nos confronta con su Santidad, Amor y Misericordia, y muestra el camino de la transformación. Aunque no puedes cambiarte a ti mismo, Él pone los lineamientos a seguir para que tu vida sea cambiada en un barro valioso.
En el tercer proceso el alfarero pasa por el fuego el barro transformado. Cuando el alfarero consigue darle forma al barro perdido y lo ha renovado en una nueva vasija, es necesario pasar la vasija por el fuego para darle solides y quemar todas las impurezas que tiene el lodo. Para eso requiere fundir el barro en altas temperaturas de calor que le permita trabajar el material y pueda obtener un objeto valioso.
Cuando la persona ha sido trabajada por las manos del alfarero y convertida en una vasija nueva. Es necesario pasar por el fuego para ser probados. El Espíritu Santo es fuego consumidor que quema todas las áreas imperfectas de nuestra vida.
El alfarero cuando prueba los cántaros en su horno, no lo hace para ver lo mal cocidos que, al darles un golpe ya se parten; Él prueba el cántaro bien hecho, que aunque los golpea varias veces no se rompen. Es por eso que siempre serás pasado por el fuego –la prueba – para examinar la fe de tu corazón, forjar en tu vida un carácter firme, darte seguridad de salvación y confianza en el alfarero.
Querido amigo Jesucristo en nuestro alfarero y nosotros el barro. Él con sus manos va formando nuestra vida de acuerdo con sus propósitos. Va moldeando el corazón de la persona para hacerlo de nuevo, «¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Jeremías 23:29».
El barro requiere este proceso para lograr ser totalmente transformado en una nueva vasija de alto precio y belleza.
Pero tal vez caíste de las manos del alfarero mientras te diseñaba. La caída fue dolorosa y triste para el maestro, y para ti fue vergonzosa. Sin embargo, el maestro quiere hacer de ti otra vasija nueva, sólo que debes ir a casa del alfarero y pasar el proceso que necesitas para ser un barro útil y convertirte en una vasija de valor y alto precio que solamente el amor del alfarero puede lograr.
Ven a casa del alfarero el quiere quebrantar el barro de tu corazón, «¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel, Jeremías 18:6»
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